Pasan los días y los meses y el gobierno del estado no ha podido frenar la ola de inseguridad que nos azota. Ejecuciones, secuestros, violaciones, robos y feminicidios se incrementan a niveles de tragedia y los encargados de nuestra seguridad muestran ineptitud. Han fallado, están totalmente rebasados.

Lo reconoce el propio secretario de gobierno Alejandro Leal Tovías quien afligido intenta justificar el fracaso: “No hemos logrado dar los resultados que todos quisiéramos, pero no bajamos la guardia”. ¡Bonito consuelo!

Es decir, están contra las cuerdas, recibiendo una paliza, pero eso sí, tratan de no ser noqueados.
De que nos sirve que reconozcan que no pueden si la ola de violencia no se detiene. Los cadáveres se acumulan en las calles y el rio de sangre inunda nuestros espacios comunitarios.

Leal Tovías reconoce el fracaso y la incompetencia de un gobierno fallido que no ha cumplido con la elemental obligación de garantizar la vida y el patrimonio de los ciudadanos.

Hasta hace poco los funcionarios responsables de nuestra seguridad se defendían de las críticas negando la tragedia. No hay “focos rojos”, decían. Pero ante los enormes niveles de inseguridad que nos enlutan optaron por burocratizar el problema.

Cada vez que ocurre un hecho criminal se anuncia con algarabía que ya se han abierto carpetas de investigación, lo que equivale a decir que las investigaciones se perderán en ese hoyo negro que es la Fiscalía General del estado.

Otra forma de justificar la ineptitud es avisándonos que ya se está atendiendo la epidemia criminal con recetas de oficina tales como realizar reuniones semanales de “inteligencia” que pretenden dar la apariencia de actuar en coordinación con el ejército, la policía federal y las fuerzas municipales de seguridad.

Y como cereza del pastel y esperando que les hagamos un homenaje se anuncia con bombo y platillo que se están firmando acuerdos de colaboración con los estados vecinos para blindar nuestras fronteras de la penetración del crimen organizado. Lo cual querría decir que en suelo potosino no hay “malosos”. Que los que matan, violan, secuestran y extorsionan viene de fuera. Puros pretextos para justificar la ruina. Un cuento que pocos se tragan.

Lo cierto es que estas estrategias inútiles y simuladoras no han resuelto la desbocada inseguridad que padecemos. Se acumulan dos años de terror y fracaso gubernamental.

El tema de la inseguridad provoca zozobra. Ocho de cada diez potosinos no se sienten seguros en las calles. En todas partes se comenta a diario con malestar y temor los violentos sucesos del día.
Que ya encontraron otro ejecutado en las afueras de Soledad. Que una joven mujer apareció decapitada por los rumbos de Villa de Zaragoza. Que han robado pistola en mano una joyería en conocida plaza comercial. Que secuestraron a un ganadero en la huasteca. Que extorsionaron a una familia de Matehuala.
Los criminales actuando a sus anchas y en total impunidad y la autoridad haciéndose bolas y sin capacidad de frenar la ola de violencia.

Se vive con miedo. El clima de espanto ha cambiado nuestros hábitos de convivencia social. Los criminales y la torpeza del gobierno nos están robando la existencia.

¿Pero, hay razones para tener miedo? Desde luego que sí.
2017 fue un año muy violento y lo que va de 2018 pinta para ser aún más sanguinario.
Veamos algunas estampas que expresan la dimensión de nuestra desgracia.
En 2017, en el periodo que comprende del primero de enero al 30 de septiembre se cometieron 354 asesinatos dolosos. San Luis Potosí se convirtió el año pasado en el estado con más homicidios en el país. Hubo además 453 casos de violación que fueron denunciadas ante la Procuraduría General de Justicia del estado. Adicionalmente el año pasado hubo en los primeros nueve meses 21 secuestros. En la ciudad de San Luis Potosí cinco, en Valles uno, en Rioverde 2, Ébano 2, Salinas de Hidalgo uno, Santa María del Río 1, Catorce 1, Tamazunchale 1, Tamuín 2, Tancanhuitz uno, Venado 3 y Villa de Reyes uno.
Adicionalmente en el primer trimestre de 2018 ya han ocurrido 258 homicidios, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En cuanto a feminicidios ya se contabilizan 25 en lo que va de 2018.
La violencia también ha invadido el proceso electoral. En diciembre de 2017 ocurrieron dos asesinatos de aspirantes a presidente municipal. Juan de Dios Guardiola Tello, del partido humanista y Ángel Medina Burgaña, del PAN, fueron ejecutados a balazos en Matlapa y en Tanquián de Escobedo, respectivamente. Además el 27 de marzo de este año, en Matehuala, el candidato a diputado federal por MORENA Israel Mendoza Vásquez sufrió un atentado con arma de fuego que lo puso al borde de la muerte.
Más recientemente, el pasado fin de semana (11 de mayo), previo a la visita de José Antonio Meade el coordinador de campaña y hermano de la candidata a presidenta municipal por el PRI en Santa Catarina, Aurora Pérez Ramos, fue emboscado y baleado cerca de la comunidad de Pinihuan.
Queda claro que la violencia en San Luis Potosí no tiene freno. Que el gobierno del estado ha fallado. ¿Se lo cobraran los electores en las urnas el próximo primero de julio?
Demos tiempo al tiempo que siempre es el mejor juez.