Apaleados, humillados, maltrechos, arrastrando la dignidad por los suelos, así se fueron los diputados de la 61 Legislatura. La sociedad ejerció su derecho a la indignación y los despidió con manifestaciones de repudio.

En sus últimos días, los diputados que ya se fueron tuvieron que soportar una catarata de críticas e insultos provocados por su desastroso desempeño.

A éstos exlegisladores les espera un futuro cargado de deshonra. Por un tiempo estarán políticamente muertos. Aunque no hay que olvidar que en política los muertos resucitan.

En su despedida nos entregaron un último acto de simulación. El pasado 12 de septiembre de manera tramposa, con prisas, casi en solitario y protegidos por un pelotón de policías personificaron una farsa que pretendió ser un informe final.

Se han ido, pero su desempeño a lo largo de 3 años nos ofreció historias que dan cuenta de la crisis por la que atraviesan las instituciones de representación popular.

Los ex diputados fueron siempre los malos de la película, los villanos, los actores fachosos que convirtieron la tribuna y el recinto legislativo en una carpa de circo. Sus desfiguros fueron memorables. Destacaron como ejecutantes El Tekmol, Desfassiux, Oscar Vera y don Pepe Belmares. Consumados actores de la picaresca política hicieron inolvidables muchas actuaciones en donde, por ejemplo, Romero Calzada (El Tekmol) dejó la comodidad de su curul para bailar chúntaro y cumbia colombiana en los pasillos del Congreso haciendo las delicias del público pero denigrando enormemente la imagen de los diputados.

¿Cómo no recordar la pantomima escenificada por Desfassiux y Oscar Bautista cuando intentaron agarrarse a golpes en el redondel del Pleno del Congreso? Inolvidables también las revolcadas que Oscar Vera les daba a sus compañeros con argumentaciones jurídicas que siempre terminaban con un acto de indulgencia de su parte al decirles: “los disculpo por su torpeza, pero no abusen de su ignorancia”. Y la “ternurita” que provocó aquel episodio chusco y cínico en el que don Pepe Belmares hacia su itacate con las sobras que quedaban de las reuniones de trabajo. De película.

Como en botica, hubo de todo. Corrupción, abusos, tráfico de influencias, poca productividad. Fue una legislatura sumisa, mercenaria, opaca, errática y grotesca. Cometieron excesos y devaluaron hasta la náusea la dignidad e imagen de los diputados. ¿Recuerda usted a esa pandilla terrible que se bautizó a sí misma como “Los Broncos”?

Es imposible olvidar el escándalo que provocó “La Ecuación de la Corrupción”, o la fallida transa que pretendieron hacer algunos diputados con el proyecto de cambio de luminarias en complicidad con la empresa PANAVI y el Ayuntamiento de la capital. ¿Y qué tal las facturas apócrifas con las que intentaron justificar 40 millones de pesos que recibieron para gestoría? ¿O qué decir de las conjeturas de malversación de fondos en obras de inversión que no se realizaron o fueron mal hechas en diferentes municipios y para lo cual los diputados recibieron 56.8 millones de pesos en 2017?

En cuanto a los niveles de productividad legislativa es suficiente señalar que los diputados que ya se fueron dejaron un rezago de más de 500 iniciativas de ley que no pudieron o no quisieron dictaminar.

Por si fuera poco la legislatura que acaba de concluir se caracterizó por su perfil conservador. Importantes propuestas que buscaban empoderar a los ciudadanos fueron rechazadas o desvirtuadas. Tal fue el caso de la que quiso ser una nueva Ley de Participación Ciudadana que proponía fortalecer las figuras de plebiscito y referéndum y a las que se intentó sumar otras como la consulta ciudadana vecinal, presupuesto participativo y la revocación de mandato. Al rechazar estas propuestas los diputados cerraron las puertas a más controles ciudadanos sobre la actuación del gobierno.
Tampoco quisieron los diputados de triste memoria dar vida institucional a una Fiscalía General autónoma y liberada de la influencia del gobernador. Actuaron por consigna y acabaron aprobando un “Fiscal Carnal” al elegir a un amigo y colaborador de Juan Manuel Carreras, al Lic. Federico Garza. Un Fiscal a modo.
De igual forma aceptaron en negociaciones obscuras nombrar a un Fiscal Anticorrupción vinculado con un partido político. Con ello el combate a este cáncer quedó sin credibilidad. Jorge Vera, actual Fiscal Anticorrupción, es hijo del diputado Oscar Vera Fabregat dueño a perpetuidad del partido Conciencia Popular. Este arreglo fue lo que hizo posible que el voto de este legislador siempre apoyará las iniciativas del gobernador. Toda una regresión, una contrarreforma que traicionó el espíritu de las leyes anticorrupción que fueron pensadas para tener funcionarios independientes que no se sometieran a la consigna y poderío del gobernador en turno.

Y para cerrar con broche de oro los repudiados diputados de la 61 legislatura le aprobaron al gobernador comprometer participaciones federales por un monto de mil 200 millones de pesos para pagar una añeja deuda con el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

Resulta que estos adeudos se generaron desde 2007 debido a que el gobierno del estado no pagó al ISSSTE las cuotas que descontaba a maestros y a otros trabajadores.
Lo criticable es que se cargue al erario público una pesada deuda por 10 años (vía un crédito fiscal) y que los diputados no hayan exigido al mismo tiempo castigo para los funcionarios que provocaron este problema.

Esta larga cadena de agravios contra la sociedad explica el rechazo y desprestigio que sufrieron los diputados que ya se fueron. Revela también por qué hasta el último día de su actuación fueron tan odiados. Vale entonces un Requiescat in pace (RIP) para los diputados que ya se han ido.