La nueva administración municipal va a tener que llegar a limpiar la casa,  no solamente en sentido figurado; en estricto así será.

La presidencia municipal la dejan con las "patas para arriba", con una nómina abultada, obras inconclusas, calles destrozadas y sin alumbrado, maquinaria abandonada, y graves problemas de recolección de basura y en el servicio de agua potable.

Las arcas municipales fueron saqueadas, se dedicaron a mantener nóminas millonarias y a gastar el dinero del Ayuntamiento en quien sabe qué, porque nada está claro, no hay transparencia.

El gobierno de Jorge Terán aumentó de 80 a 180 millones de pesos  la deuda pública, ¿En qué los invirtió? es la pregunta del millón y de millones.

Lo único que quedó claro es que se despacharon con la cuchara grande y si quizás para eso endeudó al municipio, para poder cubrir los sueldos prometidos a familiares y amigos que engrosaron la nómina y que ganaban muy bien nada más por ir a firmar.

Dependencias como la DAPAS se convirtió en una agencia de colocación para cumplir los compromisos del alcalde saliente.  El organismo operador del servicio del agua quedó obsoleto ante las necesidades de los usuarios por la excesiva nómina y la voracidad de su sindicato.

Jorge Terán deja un "deshuesadero"; camiones de basura descompuestos, patrullas inservibles que abandonaron como fierro viejo cuando solo les faltaba una llanta y maquinaria pesada de millones de pesos, también abandonada. 

A pesar de que Terán presumió su lucha contra el crimen, la incesante venta de la droga conocida como “cristal”  aumentó en el trienio que él gobernó.

En Ciudad Valles tampoco hay inversión; ni cinco de esas 99 empresas que presumía en campaña.

Cuando empiecen a remover el polvo, encontrarán las huellas de quienes se ensuciaron las manos para dejar a un Valles hundido en una crisis financiera y de hartazgo social.